Aromas florales, introducción

rosal

En ocasiones nos dejamos llevar por los sentidos, el olfato es uno de los principales si bien nos empeñamos en engañarlo y atrofiarlo. Por lo general relacionamos las flores con aromas agradables y desde la antigüedad hemos desarrollado métodos para extraer sus esencias y aromas con el fin de aplicárnoslos y dotar a nuestro cuerpo de olores agradables, en los productos domésticos hay cientos de aromas, mezclas y compuestos para que nuestro olfato sea agraciado con buen olor. Los partidarios de remedios naturales alaban las capacidades curativas de la aroma terapia, los diseños florales están a a la orden del día y en los banquetes se cuida muy bien el equilibrio entre aromas de los bouquets  y los platos a servir, en definitiva nos gusta el aroma de las plantas, de la mayoría, o al menos cultivamos las que más nos agradan, si bien los aromas florales son en gran parte un elemento más en la cadena de la vida vegetal. Las plantas que necesitan de polinización cruzada recurren a dos sistemas básicos, la dispersión del polen por el viento o por los insectos, si bien el papel de los insectos es mucho mayor de manera que la supervivencia de las especies pasa por su adaptación y su «mutualización» entre planta e insectos. Así pues el aroma es para los insectos la señal de que la planta esta cargada de néctar, alimento, y la planta desarrolla órganos aromas y estrategias para ser la elegida, para que la avidez del néctar obligue al insecto a zambullirse a meterse entre las inflorescencias y salir cubierto de polen, adherido a sus patas, lomo, para levantar el vuelo y visitar otra planta e iniciar así el ciclo de la polinización, el ciclo de la vida y supervivencia de las especies. Cuando utilizamos aromas como «adorno» corporal estamos haciendo algo similar. Mañana más sobre la química de los aromas.

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