Los suelos de texturas pesadas, es decir aquellos que contienen una proporción elevada de arcilla, tiene la capacidad de retener agua en superficie, se encharcan con facilidad ante lluvias copiosas y eso produce varios efectos poco deseables. Uno es la falta de oxigeno que puede provocar asfixia radicular, otros el exceso de agua que puede acelerar fenómenos de pudrición y otro poco valorado es el cambio en la textura. La arcillas repletas de agua se vuelven más plásticas, el suelo deja de ser rígido y se produce un desplazamiento de las partículas que forman el suelo ( por eso resbalamos sobre el barro), esta plasticidad provoca que se deforme bajo presiones débiles y donde antes caminábamos sin problemas ahora podemos dejar marcadas las huellas o provocar un ahondamiento. Esto que en un bosque no tiene mucha importancia en un jardín es fundamental, y en una pradera o césped es vital. ¡Qué ocurre si llueve mucho y el suelo está empapado y necesitamos segar?, pues ocurre que el peso de la máquina , más el peso del operario repercuten sobre un suelo altamente «plástico» y se formarán huellas, surcos, abombamientos y ahondamientos en la superficieque pueden permanecer días dando una imagen nada agradable. En lso parques públñicos ocurre que las jornadas de trabajo se planifican dejando un poco aparte las condiciones climatológicas y en ocasiones se siega cuando llueve o el terreno está empapado, si a eso le sumamos que se usan máquinas de mayior tamaño y peso ( raiders de siega, tractores) y que la hierba que recogen está mojada aumentando el peso del conjunto tendremos como resultados unas huellas similares a las que un aficionado al motocross podía dejar. Si se trata de nuestro jardín es preferible segar sin el recogedor ( si la máquina está preparada para ello) o vaciarlo cada pocas pasadas, si bine si advertmos que las huellas que dejamos son profundas y aparece el barro debemos de parar la actividad o será peor eso que dejar la hierba alta unos días.
